Valencia, años 50
Una tenue luz se filtra en todas las fotografías. Es la Valencia en blanco y negro. La Valencia desaparecida, que en Casa Victoria traemos a la memoria, en la que aún circulaba el ‘último trolebús’ y había serenos oyendo el parte antes de salir en ronda nocturna de vigilancia.
Hoy mis bisabuelos, Victoria y Porfirio, verían el mismo despacho de carne que un día dispusieron en la plaza de Santa Catalina, en distinto emplazamiento, como si el tiempo no hubiera transcurrido…
Y es que Casa Victoria está montado con teatralidad, como ese despacho de productos cárnicos de mi familia, o como la cocina de mi infancia, con toda la frescura de los productos del mercado, en una reivindicación clara de las recetas de toda la vida.
Lo llamativo es que puedes recorrer la carta como se recorre la vida, puedes ir de parte a parte, de mis referentes a mi niñez a través de las recetas de mi madre. No es un rincón del gourmet elevado a las alturas gastronómicas. Es sencillamente la cocina de mis raíces. Para comer a hora o a deshora.
Este espacio es, sin duda, como una foto del recuerdo. Un icono de la Valencia a oscuras, como si se hubiera vuelto a colar en mi memoria esa tenue luz de las fotografías. Es un homenaje a mis abuelas. Pero sobre todo, un sitio para disfrutar de la vida lenta. Bienvenidos.
Una tenue luz se filtra en todas las fotografías. Es la Valencia en blanco y negro. La Valencia desaparecida, que en Casa Victoria traemos a la memoria, en la que aún circulaba el ‘último trolebús’ y había serenos oyendo el parte antes de salir en ronda nocturna de vigilancia.
Hoy mis bisabuelos, Victoria y Porfirio, verían el mismo despacho de carne que un día dispusieron en la plaza de Santa Catalina, en distinto emplazamiento, como si el tiempo no hubiera transcurrido…
Y es que Casa Victoria está montado con teatralidad, como ese despacho de productos cárnicos de mi familia, o como la cocina de mi infancia, con toda la frescura de los productos del mercado, en una reivindicación clara de las recetas de toda la vida.
Lo llamativo es que puedes recorrer la carta como se recorre la vida, puedes ir de parte a parte, de mis referentes a mi niñez a través de las recetas de mi madre. No es un rincón del gourmet elevado a las alturas gastronómicas. Es sencillamente la cocina de mis raíces. Para comer a hora o a deshora.
Este espacio es, sin duda, como una foto del recuerdo. Un icono de la Valencia a oscuras, como si se hubiera vuelto a colar en mi memoria esa tenue luz de las fotografías. Es un homenaje a mis abuelas. Pero sobre todo, un sitio para disfrutar de la vida lenta. Bienvenidos.